Cuando nos referimos a las bases artísticas y sus fundamentos, nos encontramos que, tradicionalmente, es bastante centralista, sobre todo en el mundo occidental, creando movimientos que se adaptan a las necesidades de cada tiempo.
De esta manera, el pensamiento occidental es binario, y en los libros de texto, por ejemplo, no aparecen movimientos tan interesantes como los que se producen en Brasil en la década de los sesenta, y que supondría una ruptura en lo concebido hasta entonces y una apertura a nuevas vías de expresión que darían lugar a movimientos que marcarían el final del siglo pasado.
Dentro del movimiento de los de latinoamerica destaca el neocontructivismo brasileño, en Rio y Sao Paulo, y con el que el arte sale de los museos, saliendo a la calle. Es un arte para usar y tocar, y no solo para ver. Podríamos citar a Lee Ya clart (El mosquito da mangueira) con sus animales contructivistas (Lo de dentro esta fuera -1964-).
El HAPPENIG es una forma de arte relacionada con el teatro, en el que las cosas ocurren sin más, y simplemente todo se lleva con una forma y en un lugar. Se trata de obras no solo para mirar sino que todo se rodea de una actuación más o menos teatral, unas veces voluntariamente y otras no, y en el que tanto el espectador como el artista están interrelacionados; y en el que cualquier idea artística anterior puede ser desbaratada, sin más.
Todo esto termina originando las Performances, en el que las acciones y actividades están mas predeterminadas, formando parte de una especie de guión.
Con todo ello, se pretende conseguir que el arte sea recibido por el espectador, a través de todo el cuerpo, rechazando que sea solo una actividad visual y nada más. Se pretende que el arte se pueda “oler”, “tocar”, poner, etc…
Así hay un arte para vestirse y usar, como el de la argentina Nicola Dacontastini, que realiza vestimentas rompiendo las maneras de occidente, con gomas imitando el cuero, así como el de la brasileña Lee Yaclart o Parangolés de Tisíca (vestido de perlas negras y cuchillas de afeitar). Son los collares y vestidos asesinos.
En fotografía tenemos a Helen Chacwick, con su famosa fuente de chocolate derretido, con la que se creaba un deseo de lo prohibido, ya que no se permitía beber de la misma al estar poblada de bacterias. Con todo ello, el arte conceptual en el que la vista es el único mecanismo por el que se accede a las sensaciones artísticas, queda relegado. Y se adopta rápidamente sensaciones como el olfato (que perdura mucho más allá), pese a que occidente se lleve mal con los olores, al contrario que otras culturas en las que el mismo tema tiene miles de denominaciones. Todo ello supone un asalto a nuestras formas de representación.
Una exposición muy interesante nos muestra una hilera de poster de motivos de nubes y que juntos forman la silueta de una mesa, y con un cartel que dice:”Coge uno”. Con todo ello, lo menos importante son los poster en si, sino que se trata de una representación en la que los espectadores forman parte de la obra. Son su esencia misma. También en estos momentos es cuando nace el arte con tampones y el arte de la fotocopia. Es el BODY COPY ART, que se realiza con el cuerpo y usando la maquina de fotocopias con las diferentes partes del cuerpo humano. Además las obras se remiten por correos y otras formas… sin cobrar absolutamente nada, con lo que de ruptura económica supone. También hay una rebeldía mostrando fotos de quirófanos o tapando monumentos en la vía pública.
Una obra curiosa se trata de una imitación de una sala de cine, donde los espectadores se deben pones unos cascos en los que suenan susurros de personas y sonidos de móviles (que previamente han sido retirados). Algo muy incómodo.
También están los Landartistas, es decir el arte se echa al campo, ya no es solo lugar las calles de las ciudades. Se busca un paisaje lo suficientemente irreal, se modifica y luego se fotografía, logrando efectos como la noción de tierra de nadie (no lugares).
Es un intento de que el arte salga de los museos y de que no vuelva mas, salvo casos puntuales. Es el nacimiento del arte activista, que llena la ciudad de Nueva York de pasquines contra el rechazo a los enfermos de sida y otras protestas de la época. Corren los 80 y aparecen los graffiteros, las camisetas, gorras y poster protestas….
No todos los graffiteros llegan a artistas, pero cuando lo hacen, irrumpen con fuerza. Es el momento de Andy Warhol y de las “Guerrilla girls” que con cabezas de orangutanes se colaban en los museos para denigrar el arte allí expuesto.
Gonzalo Guerra, por ejemplo, nos muestra un pabellón en el que para entrar es preciso mostrar el dni o pasaporte de la U.E., Luego, el pabellón esta vacio y simplemente se trata de una broma-protesta.
Para terminar, usaremos un graffiti escrito en el muro de Berlin y que decía:
“No hay futuro, pero por favor con nata”
Nota: Lamento los posibles errores al escribir alguno de los nombres de los artistas. Se debe que al ser artistas menos conocidos, no he encontrado el nombre exacto de alguno de ellos.